Sombrillas resistentes, blog fuerte

Haga clic en el tema que le interese

Crucero por la Costa Azul

Pierre Christiaens | Biografía
línea costera azul celeste de la Costa Azul

¿Quién no sueña con unas vacaciones en playas interminables junto a un mar de un azul intenso? ¿Disfrutar a la sombra de una hermosa sombrilla del buen tiempo y de una espléndida vista? La Costa Azul, es desde hace mucho tiempo, un lugar muy atractivo para el turismo.

Antes, esta glamurosa zona de la costa mediterránea era conocida como la «Riviera Francesa». En 1888, el escritor Stéphen Liégeard la llamó «Costa Azul» y ese nombre se ha mantenido. Quien haya visto el color azul celeste del mar en esta zona, entiende por qué.

Jet set o Airbnb

La Costa Azul ha sido durante mucho tiempo destino de vacaciones para la gente rica. Aunque ciudades como Saint-Tropez y Mónaco siguen haciendo gala de ostentosos coches e imponentes yates de la jet-set, en los últimos años, también han llegado visitantes con un presupuesto más ajustado. Las plataformas actuales, como Airbnb y booking.com, ofrecen alojamiento asequible incluso en temporada alta.

Como quiera llamarla, la costa que se extiende desde Saint-Tropez hasta la frontera franco-italiana, es uno de los destinos vacacionales más bellos del mundo, lleno de hermosas playas, hoteles de lujo, museos, restaurantes, bares de diseño, villas de la belle-époque, cabos con senderos costeros serpenteantes y espectaculares pueblos en las colinas. Todo ello hace de la Costa Azul una de las regiones más emblemáticas de Europa.

Niza

Niza, la capital del departamento, es un excelente punto de partida para una visita. Esta antigua ciudad italiana fue muy popular entre los británicos acomodados durante el siglo XIX y principios del XX. Mientras el resto de Europa sufría los inviernos húmedos y fríos, ellos disfrutaban del buen tiempo y de las numerosas actividades sociales. El boulevard por el que les gustaba pavonearse, de 5 km. de longitud y cuya construcción fue costeada por británicos residentes en el país en 1822, es un paseo llamado con toda propiedad «Promenade des Anglais».

El casco antiguo de Niza, lleno de ambiente, es un laberinto de callejuelas donde encontramos viejas mansiones con contraventanas de madera y atractivos restaurantes. Perderse aquí durante varias horas es una maravillosa experiencia. El trazado de las calles apenas ha cambiado desde la época de 1700 y ahora están llenas de tiendas de delicatessen, restaurantes, boutiques y bares; pero el eje central sigue siendo Cours Saleya: la grande y bulliciosa plaza del mercado. Es el mercado ideal para comprar productos frescos y souvenirs culinarios sin olvidarnos del mercado de las flores, de merecida visita, solo por disfrutar de sus colores y olores.

Le Corbusier

Otro famoso icono en la Costa Azul es la cabaña de playa de Le Corbusier en Cap Martin. Esta sencilla pero ingeniosa cabaña fue su casa de vacaciones hasta su muerte. La visita a la cabaña se puede realizar en un recorrido guiado de dos horas, que comienza en la estación de tren de Roquebrune-Cap-Martin. Es mejor reservar con antelación por correo electrónico.

También muy conocida y justo al lado, se encuentra la villa E1027 de la arquitecta Eileen Gray, amiga de Le Corbusier. El exterior es una especie de cubo modernista sobre pilares que semeja un barco y el interior también tiene un sutil carácter marítimo. Actualmente, la casa está considerada uno de los ejemplos más logrados del modernismo.

Le Corbusier pintó en los muros blancos de la villa grandes cuadros de carácter obsceno durante una estancia en la casa. Gray se puso furiosa porque le parecía que las bellas perspectivas de la villa se habían desfigurado. Desde ese momento, Le Corbusier dejó de ser bienvenido en la casa.

Flamígero rosa

Otra llamativa villa en la Costa Azul es la Villa Ephrussi de Rothschild, cerca de Saint-Jean-Cap-Ferrat. Esta villa, de estilo belle-époque, fue construida por Béatrice Ephrussi de Rothschild. La baronesa sentía predilección por el color rosa y por un estilo bastante flamígero, lo que se aprecia dentro y fuera de la casa.

No solo el edificio merece una visita. La baronesa fue una ferviente coleccionista de arte y llenó la villa con obras de Fragonard, muebles estilo Luis XVI y porcelana de Sèvres. Desde el balcón de la villa se pueden contemplar nueve magníficos jardines dedicados a temas diferentes y fuentes de agua que parecen bailar. En la primavera, pasear por los jardines españoles, japoneses, florentinos, franceses y entre rocas y cactus, es una experiencia impresionante. Además, las vistas del mar son magníficas y las fuentes «bailan» cada 20 minutos al ritmo de música clásica.

En la primavera, pasear por los jardines españoles franceses es una experiencia impresionante. Además, las vistas del mar son magníficas y las fuentes «bailan» cada 20 minutos al ritmo de música clásica.

Exuberancia en Saint-Trop

Saint-Tropez es el símbolo de vida mundana en la Costa Azul. Desde que Brigitte Bardot nos deslumbró en la película «Y Dios creó a la mujer», el antes tranquilo pueblo de pescadores se convirtió en un bullicioso lugar de encuentro de la alta sociedad. En el puerto viejo, multitud de turistas se emboban delante de los enormes yates de los millonarios. En verano, más de 60.000 turistas abarrotan diariamente la ciudad, que solo cuenta con 6000 habitantes.

Si quiere conocer la famosa, pintoresca y bella Saint-Trop, es mejor que se acerque en temporada baja, cuando la mayoría de los restaurantes están cerrados y los pequeños barcos pesqueros vuelven a dominar el puerto. Podrá ver a los jugadores de petanca en la hermosa Licesplein o pasear por La Ponche, un barrio genuino. No se olvide de la famosa tarta del lugar, la Tropézienne, una auténtica bomba de calorías.

Lucirse en Mónaco

¿Ha quedado impresionado por el decadente ambiente en el puerto de Saint-Tropez? También en el estado enano de Mónaco se verá rodeado de lujo y ostentación. Al ser un paraíso fiscal, atrae a los superricos; incluso tiene su propio Gran Premio de Fórmula 1 cuyos participantes van a todo gas por las calles de la ciudad cada año.

Lo más destacado en Mónaco son el Palacio, el Casino de Montecarlo y el puerto deportivo donde relucen los yates más caros. Con sus 200 hectáreas, Mónaco está a reventar. Los altos hoteles y los bloques de apartamentos están pegados como bloques a las paredes rocosas, en torno a un intrincado rompecabezas de calles, en las que se ven más coches deportivos de lujo que peatones.

Más tranquilo que el bullicio de Montecarlo es la zona rocosa en el lado sur del puerto, donde se levanta el palacio real y el casco antiguo se abre lleno de encanto para el visitante.  

Picasso

Además de Saint-Tropez, Cannes y Mónaco, Antibes es el lugar más visitado de la Costa Azul. Desde el mar, hay una hermosa vista de las magníficas playas y del casco antiguo. Las pequeñas calles y plazas confluyen en el mercado provenzal y la catedral barroca. Encontrará además tiendas de artesanía y agradables restaurantes y bares. Como en muchas otras ciudades francesas, puede pasear a lo largo de las fortificaciones construidas por Vauban en el siglo XVII.

No se puede perder la visita al Museo Picasso en Château Grimaldi, construido sobre los restos de la antigua ciudad griega de Antípolis. Allí se pueden admirar casi doscientas obras del famoso artista cubista que vivió en el castillo durante un tiempo.

Antibes también robó el corazón de muchos otros escritores y artistas como Graham Greene, Chagall, Monet, Renoir y Max Ernst. Las calles estrechas y empedradas, llenas de flores y el puerto repleto de pequeños barcos, siguen dando a la ciudad una belleza de embrujo.

Magia medieval

Entre Niza y Saint-Tropez encontramos la pequeña y pintoresca ciudad de Èze, encajada en la colina como un nido de águilas. Desde una altura de 429 metros sobre el nivel del mar, disfrutará de una maravillosa vista de 360 º de la bahía y del Mediterráneo. Los senderos de la montaña serpentean entre villas de la belle époque, pinares mediterráneos y jardines botánicos.

El famoso filósofo Friedrich Nietzsche escribió aquí su conocida obra «Así habló Zaratustra». Su recuerdo sigue vivo gracias al pequeño y sinuoso sendero que lleva su nombre y que conecta el centro con la costa. Èze puede estar bastante concurrida en verano, cuando flujos de turistas, artistas y artesanos inundan esta pintoresca localidad.

Receta de la tarta Tropézienne

Ingredientes:

Para la masa:
300 gramos de harina
125 ml de leche templada
75 gramos de mantequilla
50 gramos de azúcar
1 huevo
1 yema de huevo
2 cucharadas de agua de azahar
1 cucharilla de levadura fresca
1 cucharilla de sal
azúcar candi blanca (fina)

Para el relleno:
4 dl de leche
200 gramos de azúcar
2 huevos
1 yema de huevo
60 gramos de maicena
200 gramos de mantequilla
2 cucharadas de agua de azahar
13 cl de nata

Preparación:

Para la masa: disolver la levadura en un poco de leche templada. Remover la harina, la sal y el azúcar en un recipiente grande. Añadir la levadura, el resto de la leche templada, la mantequilla, el agua de azahar y el huevo y amasar todo hasta conseguir una bola de masa blanda. Tapar el recipiente con un paño de cocina y dejar reposar durante 2 horas. Untar con mantequilla un molde y extender la masa de forma uniforme sobre el fondo. Dejar fermentar la masa durante otros 30 minutos.
Precalentar el horno a 180 grados. Untar la parte superior de la masa con la yema de huevo batida, espolvorear con el azúcar candi desmenuzada y hornear durante 20 minutos.

Al mismo tiempo, preparar el relleno batiendo los huevos con la mitad del azúcar y la maicena en un recipiente grande. Calentar la leche (hasta el punto de ebullición) con el resto del azúcar y el agua de azahar. Añadir la mezcla de leche a la de huevos, volver a poner todo en la cazuela y calentar a fuego lento (sin dejar que vuelva a hervir). A continuación, mezclar la mitad de la mantequilla. Dejar enfriar la mezcla y añadir el resto de la mantequilla (a temperatura ambiente). Mezclar todo con un tenedor hasta obtener una crema suave.

Batir la nata en la batidora hasta que quede montada y luego mezclarla con cuidado con la crema.

Cortar el bizcocho ya enfriado horizontalmente por la mitad, de manera que haya dos placas redondas de igual grosor. Cubrir la mitad inferior con la crema. Colocar la mitad superior encima y dejar reposar la Tropézienne en la nevera durante al menos una hora.

Pierre Christiaens
Contacta conmigo: christiaens @ symoparasols.com https://symoparasols.com